Primero, Sojo pintó el busto de un adolescente, en el que predomina el dibujo y distintas tonalidades de verde, en contraste de luces y sombras.
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MURALES
Unos jóvenes grafiteros, nacidos en torno a 1980, plasmaron sus grafitis en el muro de un solar de la Calle del Río, que las inclemencias del tiempo fueron deteriorando. Aquellos jóvenes son hoy los artistas de los murales que estamos tratando y han querido recuperar este espacio con nuevas obras. Primero, Sojo pintó el busto de un adolescente, en el que predomina el dibujo y distintas tonalidades de verde, en contraste de luces y sombras.
En agosto de 2019, Isabel Flores, Checa, Giova, JP y Caín Ferreras, junto con Sojo, continuaron pintando el muro con una obra de conjunto, en la que evocan sus vacaciones estivales de adolescencia, aquellas “tardes de verano” en las que pululaban las libélulas sobre los puros de aneas y los arrozales, cuando combatían el calor bañándose en el “Pico-Pato”. La obra expresa estas sensaciones y también estos versos:
Fue de una calma celeste
que se mezclaba con los aromas
de una tarde de verano.
Las risas frugaban entre las
historias de señoritos y pololas,
mientras el día jugaba
a sentirse verde como
una aguada en la ribera
del Pico Pato.
Vemos cenefas caligráficas y ornamentos geométricos entre libélulas y puros de aneas, con toques étnicos aportados por los chilenos JP y Giova. Expresan su técnica artística con brochas y aerosol, desde unos ojos, la piel arrugada por la experiencia de los años vividos y heridas restañadas con tiritas. La creatividad no tiene aquí más condicionamiento que el espacio bidimensional que acota el muro. Y con sus firmas, invitan a seguirles en la calle más transitada del mundo, el escaparate que ofrecen las redes sociales.
Más adelante, en octubre del 19, Sojo pintó el retrato de Cheka Noguera. Su rostro surge a través del color, de la luz y de la sombra, en tonos azules, violetas y naranjas, como si de un personaje de comic se tratara. Los tonos cálidos dominan las luces, mientras la gama fría es de las sombras. Da la impresión de una tecnología humanizada, con rasgos compuestos por medios tecnológicos.
Los colores del retrato de Cheka se prolongan en el fondo y al final del muro con decoración geométrica, de líneas rectas paralelas y contornos curvos, conjugando las gradaciones de color para crear una ilusión óptica de profundidad y de alturas diferentes, con gamas de violetas, azules y grises. Esta composición geométrica lleva el sello de Checa Noguera.
